viernes, 24 de octubre de 2008

Suena suave.

Tras la montaña se oye un cause, que desnuda las orillas del paisaje, para saciar la sed de este roto corazón, que hoy y nada mas que hoy sufre, atormentado por la temible soledad, suena suave la brisa cuando amanece, se despoja de asombro para correr en las llanuras y así llegar a lo mas profundo de su ser, para sembrar ternura, pasión, lujuria y amor. Terrible mezcla de odio inalcanzable y amor verdadero para confundirse en la niebla tempranera que azota aquel viejo roble arrugado por sabiduría. Ya no quiere seguir cansado de la tempestad que arruina su madera, madera que se ve rugosa de tanto pensar en ella.
Libre pero preso de su lugar, estático, como elástico lo hace el viento, alegre como triste lo tiñe el cielo, vive su sobra que anida cuantiosas vidas para nunca pensar que el puede retoñar. El tiempo consolido frondosa copa, las lluvias forjaron su estabilidad, el sol pinto un alegre verde en sus hojas y la vida lo condeno a descansar. Duerme aquel viejo roble tras la montaña que lo vio nacer, y le arrimó en su niñez las cálidas tonadas de sus suaves brisas para llegar a ser quien solo supo ser, pero quien más feliz que el que puede llegar solo, quien mas sutil que el que comprende que se necesita tener amor para pensar en dos. Han pasado ya varias décadas y el siguió allí recordando viejas costumbres que lo llevaron a defenderse de los mas trágicos cambios climáticos, pero hoy se tiñe de gris el cielo para escuchar el sonar de los depredadores que llegaron para poner fin a una historia de amor entre todos los recursos naturales, aquel viejo roble, y yo. Ya no suena tan suaves las mañanas, ya no escucho cantar la calandria, ya no reposo sobre su base soñándote a vos, ya no puedo alcanzar la paz, la felicidad no es completa si no me ayuda aquel viejo roble a sentir y recordarte como fue aquel día en que te vi. Sueño con vos, sufro con vos, y vivo para vos, te amo.


Autor: Magnanimo.

No hay comentarios: